La Corona debe buscar la cercanía con los ciudadanos, saber ganarse continuamente su aprecio, su respeto y su confianza; y para ello, velar por la dignidad de la instituición, preservar su prestigio y observar una conducta íntegra, honesta y transparente, como corresponde a su función institucional y a su responsabilidad social. Porque sólo de esa manera se hará acreedora de la autoridad moral necesaria para el ejercicio de sus funciones. Hoy más que nunca los ciudadanos demandan con toda razón que los principios morales y éticos inspiren - y la ejemplariad presida - nuestra vida pública. Y el Rey, a la cabeza del Estado, tiene que ser no sólo un referente sino también un servidor de esa justa y legitima exigencia de los ciudadanos.
De Filipe VI, rei de Espanha
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