La virtud que el Señor recompensa, la virtud que él alaba es casi
siempre la fe. Algunas veces, alaba el amor, como en el caso de
Magdalena. Algunas veces la humildad, pero estos ejemplos son raros. Es
casi siempre la fe la que recibe su aprobación y su alabanza... ¿Por
qué?... Sin duda porque la fe es la virtud, aunque no la más alta (la
caridad le pasa delante), por lo memos la más importante, porque es el
fundamento de todas las otras, incluida la caridad, y también porque la
fe es la más escasa...
Tener fe, verdadera fe que inspira
toda acción, esta fe en lo sobrenatural que despoja al mundo de su
máscara y muestra a Dios en todas las cosas; la fe que hace desaparecer
toda imposibilidad, que hace que las palabras de inquietud, de peligro,
de temor no tengan ya sentido; la fe que hace caminar por la vida con
serenidad, con paz, con alegría profunda, como un niño cogido de la mano
de su madre; una fe que coloca al alma en un desapego tan absoluto de
todas las cosas sensibles que son para ella nada, como un juego de
niños; la fe que da tal confianza en la oración, como la confianza del
niño que pide una cosa justa a su padre; esta fe que nos enseña que
“todo lo que se hace fuera del agrado de Dios es una mentira”, esta fe
que hace verlo todo bajo otra luz distinta ---a los hombres igual que a
Dios---: ¡Dios mío, dámela! Dios mío, creo pero aumenta mi fe. Dios mío
haz que ame y que crea, te lo pido por Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
in evangelhoquotidiano.org